Las diademas son nuestra pasión. Y no respecto a usarlas, sino a admirarlas. Dentro del mundo de la joyería real son las verdaderas “reinas”, y un tema habitual de investigación en nuestro gabinete de protocolo.
Como cada día 10 de diciembre, la Corte Real sueca se ha vestido de gala para entregar los Premios Nobel a los galardonados, y la Familia Real al completo ha acudido a la ceremonia oficial y a la cena del ayuntamiento. Si los vestidos que han lucido las damas siempre es un tema a comentar, mucho más lo son las diademas. De hecho, con una reina y tres princesas siempre hay margen para ello.
En esta ocasión, ha sido la princesa Madeleine la que ha levantado todos los ¡oh! de admiración, rescatando una diadema realmente desconocida, pero sencillamente espectacular.

Como no podía ser menos, la prensa rosa ha tardado poco en ilustrarnos con su imagen, hablarnos de su propiedad y los pocos momentos en que se ha visto adornando alguna cabeza regia a lo largo de su existencia. Pero lo más curioso de todo, aparte de la espectacularidad de la pieza, es el porqué de su nombre. Se trata de la Diadema Kokoshnik Aguamarina.
Tocados tradicionales rusos
La palabra kokoshnik proviene de la palabra eslava kokoch, que significa gallina, y se usa tanto para describir un elemento arquitectónico típico de las iglesias rusas del siglo XVI, como para dar nombre a un tocado femenino tradicional ruso, que usaban las mujeres casadas como complemento del vestido típico llamado sarafan.
Aunque los tocados kokoshnik se fabricaban originalmente en tela, la corte imperial rusa los transformó en verdaderas piezas de joyería, decorándolos con metales y piedras preciosas.

Con el renacimiento del nacionalismo ruso en el siglo XIX, y hasta la Revolución de 1917, el uso de este tipo de tocados se convirtió en un complemento casi oficial del vestuario de las damas de la corte imperial, tanto casadas como solteras, aunque algo más parecidos a tocados inspirados en el Renacimiento italiano que a los propios kokoshniks rusos.
Actualmente es un elemento relegado a los grupos folclóricos. Suele ser puntiagudo o redondeado, con la parte frontal está decorado con perlas y la parte posterior va adornado con cintas de colores.


La moda de la realeza
Se dice que a finales del siglo XIX el estilo de las diademas kokoshnik causó furor entre la realeza, basándose en los modelos usados en la corte imperial rusa.
Una de las más famosas es la diadema Kokoshnik de la reina Alejandra del Reino Unido, y que forma parte del joyero de la Casa Real británica. Fue un regalo que, en 1888, un grupo de damas de la aristocracia británica entregaron a la por aquel entonces princesa Alejandra, para conmemorar el veinticinco aniversario de su matrimonio con el príncipe Eduardo de Gales, futuro Eduardo VII. Fue la propia Alejandra la que pidió que la diadema se diseñase tomando como modelo una de su hermana, la emperatriz consorte Maria Fiódorovna, con la tradicional forma de las diademas kokoshnik.


Otras diademas tipo kokoshnik





La diadema de la corte sueca
Respecto a la diadema que ha lucido la princesa Madeleine, es especialmente llamativa por sus extraordinarias aguamarinas, rodeadas y unidas con un magnífico conjunto de diamantes.

Llegó a la Corte Sueca en la colección de joyería que aportó la princesa Margarita de Connaught, esposa del rey Gustavo VI Adolfo, y que tras su fallecimiento se repartió entre sus cinco hijos, los príncipes Gustavo Adolfo (duque de Västerbotten), Sigvard (duque de Uppland y conde Bernadotte de Wisborg), Ingrid (reina consorte de Dinamarca), Bertil (duque de Halland) y Carl Johan (duque de Dalecarlia y conde Bernadotte de Wisborg).
Desaparecida de la circulación durante muchos años, fue la princesa Sibila de Suecia quien la recuperó en 1932, durante las celebraciones prenupciales a su enlace con el príncipe Gustavo Adolfo de Suecia, y desde entonces la usó de manera habitual a lo largo de su vida. Tras su fallecimiento en 1972 la heredó su hija mayor, la princesa Margaretha, Fru Ambler, que al contraer matrimonio con un hombre de negocios inglés, marchar al Reino Unido y dejar de participar activamente en eventos de la Casa Real, hizo que la diadema dejase de verse de manera habitual en los actos de gala, apareciendo únicamente en contadas ocasiones.
Esa desaparición de la vida pública hizo pensar que la diadema se había vendido (como ha ocurrido con otras muchas ante problemas económicos de sus propietarios), pero en 1998 volvió a reaparecer adornando el tocado de novia de Sibila Ambler, primogénita de la princesa, quien curiosamente no la había usado en su propio enlace matrimonial. A partir de ese momento la princesa la ha vuelto a lucir en otras dos ocasiones.

Rompiendo las apuestas previas sobre qué diadema luciría cada una de las «princesas de Haga» en los enlaces matrimoniales de sus sobrinos, la princesa Margaretha apareció con la magnífica Diadema Kokoshnik Aguamarina en el de la princesa heredera Victoria, en 2010, y también la ha vuelto a lucir en el enlace del príncipe Carlos Felipe, de este pasado verano.
Tras su recuperación por un miembro directo de la Familia Real en la ceremonia de los premios Nobel de este año, esperemos que a partir de ahora se convierta en una pieza de uso habitual para las princesas suecas, ya que es una de las más bonitas que existen en la actualidad.
Para saber más:
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